ola de calor vs temperaturas máximas extremas

La semana pasada vivimos un episodio de calor excepcional, en el que se superaron diversos récords históricos para un mes de mayo. En las Islas Baleares destaca como valor más destacable los 40,6ºC de Sóller, pero fueron muchos los puntos de la geografía española que superaron el umbral de los 40ºC, alcanzandose, por ejemplo, los 44,4ºC en Carcaixent (Valencia – dato AEMET).

Aunque se tenga la tentación de calificar este episodio como ola de calor, este termino se reserva para episodios de calor extremo que superan claramente los valores típicos de la época más cálida del año, y que además se prolongan en el tiempo. En concreto, se tienen que dar 3 o más días con temperaturas máximas superiores al percentil 95 de las temperaturas máximas de julio y agosto para el período 1971-2000 (definición de C.R. Ballesteros adoptada por AEMET. Artículo disponible en divulgameteo)

Ordenando de mayor a menor las temperaturas máximas de julio y agosto, las temperaturas máximas de los 3 días en cuestión tienen que quedar ubicadas entre el 5% de los días más cálidos, no del año en concreto, sinó del período global 1971-2000.

En el epiosido de la semana pasada no se llegaron a cumplir las exigencias de ola de calor. Sin embargo, sí que se trata de un período extremo, en el que se marcaron nuevos récords de temperatura para un mes de mayo.

Fuera de la temporada estival se pueden producir episodios de calor extremo, que sin llegar a cumplir con los criterios de ola de calor sí que pueden producir efectos importantes en el medio natural. Tal vez se trate de episodios en los que la actividad cotidiana de las personas no se vea afectada de manera directa por las temperaturas alcanzadas, pero sí que pueden provocar, por ejemplo, pérdidas importantes en cosechas agrícolas (por temperaturas anormalmente altas que los cultivos no están preparados para soportar), grandes incendios forestales fuera de la temporada estival (el incendio forestal de la Vall de Ebo puede ser un ejemplo de esto), afectación en bosques por una evapotranspiración extrema…

Soy de la opinión que, científicamente hablando, la calificación o no de un episodio como “ola de calor” no es lo único importante. Sino que tendríamos que intentar trasladar el foco de atención hacia la ocurrencia de episodios de temperaturas máximas extremas, que pueden darse en julio-agosto, pero también en enero, y que el hecho de que las personas no notemos un calor excesivo no significa que no tenga efectos graves en nuestro entorno.